Jueves 25-05-23 Hoy, 25 de mayo, la Iglesia celebra a Santa Magdalena Sofía Barat, fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Magdalena Sofía nació en 1779 en Joigny (Francia). Desde pequeña se sintió atraída por la oración y la vida religiosa, pero no sería hasta pasados los peores años de la Revolución Francesa que descubriría el llamado a consagrarse al servicio de Dios y de la Iglesia.
Magdalena vio la luz en un hogar humilde, pero gracias a su hermano mayor, quien se convirtió en su preceptor, recibió una educación que podría considerarse privilegiada, en primer lugar debido a su pobreza, y en segundo, por ser mujer. Su hermano, un joven sacerdote en ese entonces, la puso en contacto con los estudios clásicos y con la tradición teológica.
Una “Revolución” conducida por la caridad
La niña tenía 10 años cuando estalló la Revolución Francesa (1789). Este proceso histórico-político estuvo cargado de aspiraciones de libertad y justicia, pero también de odio hacia la tradición. Además, los revolucionarios se habían contagiado de un fuerte espíritu anticlerical que los condujo a cometer atrocidades -razón por la que se convertiría en uno de los capítulos más dolorosos en la historia del catolicismo francés-.
Una vez superados los días más duros de la Revolución y con un poco más de años encima, Magdalena empezó a asumir un compromiso cada vez más sólido con su catolicismo. El movimiento revolucionario había dejado una estela de rencor y ruptura entre los franceses, y muchos de ellos se habían apartado de la fe que habían recibido.
Es así que Magdalena Sofía percibe la necesidad de contribuir desde el seno de la Iglesia a reconstruir el tejido social e instaurar una auténtica fraternidad -no de esa que devino en la guillotina y en la proliferación de patíbulos, sino una que respetara al ser humano brindándole educación-.
Cristo ha mostrado su Corazón misericordioso
Magdalena, entonces, se dedicó a la formación de niñas y jóvenes, y a conocer y desarrollar la espiritualidad del Corazón de Cristo. En su niñez había pasado incontables horas orando con su familia frente a una imagen del Sagrado Corazón de Jesús por la liberación de su hermano, preso durante la Revolución sólo por ser sacerdote.